Ofrecemos a los lectores de Letras de Rusia este pequeño artículo publicado en el nº 28 de la Revista Ogoniok, el pasado 19 de julio:
"50 años atrás, Ogoniok publicó un reportaje sobre la visita a la URSS de uno de los primeros grupos de turistas americanos. En principio, los intercambios turísticos habían dado comienzo en 1953, cuando llegaron a Sochi, a bordo del buque Olimpia, 450 americanos. Como reflejaban los periódicos de la época, también los turistas soviéticos visitarían América: fundamentalmente estajanovistas y otros trabajadores premiados por su alta productividad. Pero estos intercambios eran muy puntuales y normalmente sólo se visitaba Moscú o Sochi. En 1960, sin embargo, empezaron a circular los primeros autobuses con turistas por las ciudades del “anillo de oro”. A bordo de uno de aquellos autobuses estuvieron los reporteros de Ogoniok. “A las diez de la mañana se abría la frontera ruso-finlandesa –escribía Alexandr Uzlian, famoso periodista de la época. Los primeros en llegar son nuestros vecinos finlandeses, que van en un moskvich ya curtido en las carreteras soviéticas. Unos jóvenes ingleses cumplen con las formalidades aduaneras. “Y eso que en Inglaterra nos decían que era muy difícil entrar en la URSS” –comentan un poco sorprendidos. A la una llega un autobús con turistas de EE.UU. Para nosotros, este viaje ofrecía pocas cosas de interés. Para nuestros compañeros de viaje americanos, sin embargo, todo era interesante. Los americanos pudieron tomar contacto con la realidad de las pequeñas ciudades rusas –tan alejada de los lugares comunes de la propaganda-, pudieron comprobar cómo las películas americanas se estrenaban en nuestros cines y una y otra vez les sorprendía la hospitalidad rusa…” En ese mismo reportaje se explicaban las normas de comportamiento con los extranjeros para los ciudadanos soviéticos. “La mayor sorpresa para los americanos es la hospitalidad que saben demostrar las gentes soviéticas. Por ejemplo, en un momento dado, el grupo se fue a Petrodvorets y, sin embargo, Mr King, especialista en óptica, decidió quedarse en Leningrado. La lluvia, sin embargo, trastocó todos sus planes y se vio obligado a esperar a que escampara en un portal. En ese mismo portal se había refugiado el joven ingeniero Vadim Gavrilov, que hablaba inglés aunque con alguna dificultad. Gavrilov y King enseguida hicieron buenas migas y, cuando la lluvia cesó, Vadim invitó a King a su casa. Cuando terminaron de comer, King le preguntó: “¿Qué puede hacer la gente de a pie como nosotros para que nuestros países puedan vivir en paz?” Y Vadim con gran tranquilidad, sin pensárselo dos veces y sin dejar de sonreír, contestó: “Antes que nada es importante que le cuente la verdad sobre este viaje a sus amigos”.
[Pie de foto: “Unos años más tarde, los órganos de seguridad crearían un registro especial para tener controlados a esos hospitalarios ciudadanos soviéticos que se lanzaron a conocer un poco más de cerca a aquellos primeros turistas americanos"]
"50 años atrás, Ogoniok publicó un reportaje sobre la visita a la URSS de uno de los primeros grupos de turistas americanos. En principio, los intercambios turísticos habían dado comienzo en 1953, cuando llegaron a Sochi, a bordo del buque Olimpia, 450 americanos. Como reflejaban los periódicos de la época, también los turistas soviéticos visitarían América: fundamentalmente estajanovistas y otros trabajadores premiados por su alta productividad. Pero estos intercambios eran muy puntuales y normalmente sólo se visitaba Moscú o Sochi. En 1960, sin embargo, empezaron a circular los primeros autobuses con turistas por las ciudades del “anillo de oro”. A bordo de uno de aquellos autobuses estuvieron los reporteros de Ogoniok. “A las diez de la mañana se abría la frontera ruso-finlandesa –escribía Alexandr Uzlian, famoso periodista de la época. Los primeros en llegar son nuestros vecinos finlandeses, que van en un moskvich ya curtido en las carreteras soviéticas. Unos jóvenes ingleses cumplen con las formalidades aduaneras. “Y eso que en Inglaterra nos decían que era muy difícil entrar en la URSS” –comentan un poco sorprendidos. A la una llega un autobús con turistas de EE.UU. Para nosotros, este viaje ofrecía pocas cosas de interés. Para nuestros compañeros de viaje americanos, sin embargo, todo era interesante. Los americanos pudieron tomar contacto con la realidad de las pequeñas ciudades rusas –tan alejada de los lugares comunes de la propaganda-, pudieron comprobar cómo las películas americanas se estrenaban en nuestros cines y una y otra vez les sorprendía la hospitalidad rusa…” En ese mismo reportaje se explicaban las normas de comportamiento con los extranjeros para los ciudadanos soviéticos. “La mayor sorpresa para los americanos es la hospitalidad que saben demostrar las gentes soviéticas. Por ejemplo, en un momento dado, el grupo se fue a Petrodvorets y, sin embargo, Mr King, especialista en óptica, decidió quedarse en Leningrado. La lluvia, sin embargo, trastocó todos sus planes y se vio obligado a esperar a que escampara en un portal. En ese mismo portal se había refugiado el joven ingeniero Vadim Gavrilov, que hablaba inglés aunque con alguna dificultad. Gavrilov y King enseguida hicieron buenas migas y, cuando la lluvia cesó, Vadim invitó a King a su casa. Cuando terminaron de comer, King le preguntó: “¿Qué puede hacer la gente de a pie como nosotros para que nuestros países puedan vivir en paz?” Y Vadim con gran tranquilidad, sin pensárselo dos veces y sin dejar de sonreír, contestó: “Antes que nada es importante que le cuente la verdad sobre este viaje a sus amigos”.
[Pie de foto: “Unos años más tarde, los órganos de seguridad crearían un registro especial para tener controlados a esos hospitalarios ciudadanos soviéticos que se lanzaron a conocer un poco más de cerca a aquellos primeros turistas americanos"]
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