Vuelve a estar de moda L. N. Tolstoi. Además del libro publicado por Nortesur con los recuerdos de Máximo Gorki sobre el autor de Anna Karenina, acaba de estrenarse una película con el aparentemente poco atractivo argumento de los últimos días del escritor ruso y su conflicto final con su mujer, Sofia Andreevna.
Pero no teman: estamos casi seguros de que será una moda pasajera y, dentro de unos pocos días (semanas en el mejor de los casos), las cosas volverán a su cauce normal y Tolstoi volverá a ser patrimonio exclusivo de adolescentes a los que algún profesor entusiasta tratará de hacérselo leer...
En estos días de tribulación de la economía española, sin embargo, quizá merecería la pena desempolvar la (por otro lado más que discutible) teoría de Tolstoi, expuesta en Guerra y Paz, sobre la futilidad de los esfuerzos e iniciativas de los grandes hombres de Estado, marionetas, según Tolstoi, en manos de la Historia.
Cada vez que hemos visto a Zapatero estos días podríamos haber recordado al Napoleón de Guerra y Paz -a él y al resto de príncipes, generales, etc.-, que creíanse poderosos, como si de sus decisiones dependiera el destino de millones de personas y de países enteros... Cuando, en realidad, eran poco más que una hoja en el viento de la Historia.
Así aparecían el otro día Felipe y Zapatero -ya, a día de hoy, tan reliquia el uno como el otro- a los que tantas veces hemos visto defender lo contrario de lo que se proponían hacer, prisioneros de las circunstancias y, sin embargo, defendiendo a capa y espada su papel histórico, la conciencia de estar tomando las decisiones que necesita el país, etc. etc.
Ninguna escena de la actualidad confirmaría mejor la teoría de Tolstoi...
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